Había una vez un grupo de amigos muy especiales que iban al preescolar: Liam, Noah, Gabriela, Alahia, Elianna, Linash, Emma y Brianna. Todos tenían entre 4 y 5 años, y les encantaba jugar juntos. Pero a veces, se olvidaban de seguir las reglas del salón, y eso podía causar algunos problemas.
Un día, la maestra Señora Luz les recordó las reglas más importantes:
- Escuchar con atención cuando alguien habla.
- Guardar los juguetes después de usarlos.
- Levantar la mano para hablar y no interrumpir.
- Ser amables y compartir con los demás.
—Si siguen estas reglas —dijo la Señora Luz—, todos podrán divertirse y aprender sin problemas.
Pero al rato, Noah estaba tan emocionado por contar su cuento que no dejaba hablar a los demás. Liam, sin querer, tiró los bloques de construcción y no los recogió. Gabriela y Alahia discutían por un lápiz color rosa, y Emma y Brianna se reían muy fuerte mientras la maestra explicaba.
De pronto, Elianna, que siempre era muy observadora, dijo:
—¡Amigos! Si no seguimos las reglas, nadie puede disfrutar. ¡Vamos a intentarlo de nuevo!
Todos se miraron y asintieron. Linash levantó la mano para hablar y dijo:
—Podemos turnarnos con el lápiz rosa y recoger los bloques juntos.
Así lo hicieron. Noah esperó pacientemente su turno para hablar, Liam y Gabriela organizaron los juguetes, y Emma y Brianna bajaron la voz para no molestar.
La Señora Luz sonrió orgullosa.
—¡Muy bien, equipo! Cuando seguimos las reglas, todos nos sentimos felices y el salón es un lugar mejor.
Desde ese día, Liam, Noah, Gabriela, Alahia, Elianna, Linash, Emma y Brianna se esforzaron por respetar las normas. Y aunque a veces se equivocaban, siempre recordaban ayudarse unos a otros para hacer del preescolar un lugar lleno de diversión y aprendizaje.