Había una vez, en una escuela llena de colores y risas en La Paz, una clase muy especial: la clase de los Elefantes de 5to grado. Todos los niños y niñas ya habían aprendido a contar hasta 100, a leer palabras mágicas como “llama” y “choclo”, y hasta a escribir pequeñas historias sobre cóndores, princesas y robots.
La maestra, la Carmen, les dijo una mañana:
—Chicos, ¿saben qué? Ya casi termina el año escolar… y una nueva aventura los espera: ¡el paso a 1ro de secundaria!
Todos los Elefantes se quedaron en silencio. Juanito levantó la mano:
—¿Primero de secundaria? ¡Eso es como entrar a un mundo desconocido!
María comentó:
—¿Tendremos libros nuevos? ¿Y tareas más difíciles?
—Sí —respondió Carmen sonriendo—, pero también conocerán nuevos profes, aprenderán cosas increíbles y serán más valientes y valientes que nunca.
Ese día, la Carmen les preparó una sorpresa: una cápsula del tiempo. Cada niño puso un dibujo, una foto o una palabra que quería recordar de su tiempo en primaria. La enterraron en el patio, bajo el árbol de la escuela, y prometieron volver cuando fueran grandes.
Después, comenzaron los entrenamientos para ser grandes de secundaria. Aprendían a pedir ayuda con palabras mágicas, a preparar su mochila solos y a leer cuentos con letras largas como las serpientes que se ven en los mercados.
Llegó el último día. Todos estaban emocionados. Hicieron una fiesta con globos, música folclórica, helados de frutas y un baile especial: el baile de despedida de los Elefantes valientes. La maestra les entregó una medalla a cada uno que decía: “¡Ya estoy listo para 1ro de secundaria!”
Cuando se despidieron, algunos ojos brillaban de ilusión, otros de nostalgia, pero todos sabían algo muy importante:
Todo lo que habían vivido en la primaria los ayudaría a comenzar su nuevo viaje con coraje y alegría.
Y así, la clase de los Elefantes se convirtió en la clase de los Leones de 1ro de secundaria…
Y siguieron aprendiendo, creciendo y soñando.