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Pol y la semilla de la luna

Pol y la semilla de la Luna

El cuento de Pol y la semilla de la luna

En un pequeño pueblo junto al mar llamado Calella, vivía un niño de tres años llamado Pol. Sus ojos brillaban como estrellas y su sonrisa iluminaba el corazón de todos. Siempre iba acompañado de su fiel perrita Coco, una labradora dorada que nunca se separaba de él.

Una tarde, mientras paseaban por el arroyo, encontraron algo extraordinario: una pequeña semilla que brillaba con luz plateada, como si estuviera hecha de rayos de luna. «¿Qué será esto, Coco?», preguntó Pol con curiosidad.

Antes de que Coco pudiera responder, una voz suave surgió de la semilla: «Soy la Semilla de la Luna. Plántame en el lugar correcto y te llevaré al Reino de las Olas. Pero date prisa, porque el malvado Viento del Olvido quiere robarme para siempre».

Con el corazón lleno de emoción, Pol decidió encontrar el lugar perfecto. Primero probaron en la playa, donde las olas juguetonas arrastraron la semilla. Luego subieron al faro, pero un viento helado casi se la lleva. «¡Es el Viento del Olvido!», gritó Pol, protegiendo la semilla entre sus manitas.

Fue Coco quien encontró el lugar perfecto: bajo un viejo roble en el Parque Dalmau, donde las raíces formaban un refugio contra el viento. Cuando Pol enterró la semilla, la tierra vibró suavemente y ante sus ojos apareció un maravilloso espectáculo: un brote de luz que crecía hasta convertirse en una escalera brillante hecha de espuma de mar y rayos de luna.

Subieron corriendo y descubrieron el Reino de las Olas, un lugar mágico donde los corales cantaban y los delfines surcaban el cielo. Los habitantes del reino les regalaron una concha dorada que guardaría para siempre el recuerdo de su aventura, a salvo del Viento del Olvido.

A la mañana siguiente, Pol despertó en su cama. Por un momento pensó que había sido un sueño, hasta que vio la concha dorada brillando en su mesita. Y supo entonces que la magia es real para quienes saben buscarla con el corazón abierto.

Aquí un niño, aquí un perro, este cuento ha terminado, pero su magia permanecerá para siempre.

FIN

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