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La Bruja de los colores

Cuento de La bruja de los colores

El cuento de La Bruja de los colores

En un pequeño pueblo rodeado de montañas vivía una bruja llamada Iris, conocida como la Bruja de los Colores. Pero Iris no era una bruja común: no preparaba pócimas ni hechizos aterradores, sino que creaba magia con colores para ayudar a las personas a sentirse mejor. Con sus vestidos llenos de tonos brillantes y su gran sombrero puntiagudo, Iris parecía un arcoíris andando por las calles.

Una tarde, llegó al pueblo una niña llamada Hana, que acababa de mudarse con su madre. Hana era diferente de los otros niños: tenía vitíligo, una condición que hacía que su piel tuviera pequeñas manchas de diferentes colores. Aunque esto no le causaba dolor, Hana se sentía insegura y algo asustada al intentar hacer nuevos amigos. Temía que los demás niños se burlaran de ella o la rechazaran por ser distinta.

La madre de Hana decidió llevarla a ver a Iris, la Bruja de los Colores, quien siempre sabía cómo animar a quienes lo necesitaban. Cuando Hana llegó a la cabaña de Iris, quedó maravillada: la bruja mezclaba polvos de colores en un gran caldero de cristal, mientras luces y cristales llenaban el lugar con reflejos de los colores más bellos que jamás había visto.

—¡Hola, Hana! Te estaba esperando —dijo Iris con una sonrisa cálida—. Me han contado que hay algo que te preocupa. ¿Quieres contarme qué es?

Hana miró sus manos, donde las manchas de vitíligo contrastaban con su piel. —Es que soy diferente… y tengo miedo de que los otros niños no quieran ser mis amigos. Creo que podrían asustarse de mí.

Iris se arrodilló junto a ella y le tomó las manos con suavidad. —Los colores que llevas en tu piel son preciosos, Hana. Cada color tiene una historia, una emoción. Te voy a enseñar cómo los colores pueden ayudarte a perder el miedo.

La bruja tomó un polvo de azul cielo brillante y lo mezcló con un poco de amarillo resplandeciente. Sopló con delicadeza, y una pequeña luz dorada envolvió a Hana.
—Este color se llama coraje —le explicó Iris—. Cuando lo lleves contigo, recordarás que tu valentía es más grande que cualquier miedo.

Después, mezcló polvos de rosa y lila, creando una niebla suave que abrazó a Hana como un cálido manto.
—Este es el color de la calma y el amor. Te recordará que eres querida, incluso en los momentos en que te sientas sola.

Finalmente, Iris creó un arcoíris que rodeó a Hana con una luz intensa y vibrante que parecía hacerla brillar.
—Este es el color de la aceptación. Cuando los otros niños te vean envuelta en este arcoíris, sabrán que eres una amiga especial.

Por primera vez desde que llegó al pueblo, Hana sonrió. Sentía cómo cada color llenaba su corazón de fuerza y confianza. Esa noche, al volver a casa, se miró en el espejo y observó las manchas de su piel, pero esta vez no vio imperfecciones: vio la magia que Iris le había regalado. Desde entonces, cada vez que sentía miedo o inseguridad, recordaba los colores y cómo le habían dado el valor de ser ella misma.

Poco después, descubrió que los niños del pueblo no le temían ni se burlaban de ella. Al contrario, estaban fascinados por sus colores únicos y querían ser sus amigos. Gracias a Iris, la Bruja de los Colores, Hana aprendió que su diferencia no solo era hermosa, sino que también la hacía única y especial.

FIN

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